El universo de Dune, creado por Frank Herbert, está plagado de grandes casas nobles, conflictos interplanetarios, profecías, y una espiritualidad que permea hasta el último grano de arena del planeta Arrakis. Pero entre todo ese complejo tapiz de intrigas políticas y religiones sincréticas, hay un elemento que siempre ha destacado por su brutalidad y eficacia: los Sardaukar, la fuerza militar de élite del Imperio Corrino. Son los soldados más temidos de la galaxia, hombres criados en las condiciones más inhumanas posibles, adoctrinados en la lealtad al Emperador Padishah y entrenados para matar sin dudar. En el corazón del Imperio, su sombra infunde miedo incluso entre los líderes más poderosos.
Los Sardaukar: perros de guerra del Emperador
Los Sardaukar no son un ejército común. Son la expresión máxima del control imperial. Su mera presencia en una batalla puede desequilibrar alianzas o infundir terror a ejércitos enteros. Se crían y entrenan en Salusa Secundus, el planeta prisión del Imperio. Un mundo tan cruel y letal que los humanos que allí sobreviven ya están endurecidos física y mentalmente solo por resistir un día más.
El entrenamiento Sardaukar es una mezcla de brutalidad física, disciplina psicológica y adoctrinamiento religioso. Desde su infancia, estos soldados se enfrentan a condiciones infrahumanas: alimentación escasa, entrenamientos mortales, y una competitividad extrema. Solo los más fuertes, listos para matar sin dudar y obedecer sin cuestionar, llegan a formar parte de esta élite. Los que no superan el entrenamiento, simplemente mueren.
Se organizan en legiones de aproximadamente 30.000 hombres, y no solo son temidos por su eficiencia marcial, sino por la brutalidad de sus tácticas. En combate, los Sardaukar no negocian ni muestran clemencia. No hacen prisioneros si no es por una orden directa. Su crueldad está diseñada, precisamente, para quebrar el espíritu de sus enemigos incluso antes de que empiece la lucha. Y, sin embargo, hay un matiz más profundo en su psicología: un tipo de fervor religioso casi místico. Herbert insinúa que los Sardaukar creen estar cumpliendo un destino casi sagrado al servir al Emperador. Este elemento es lo que los hace aún más peligrosos. No son solo soldados, son fanáticos de una causa imperial.

Una historia cruel para un ejército despiadado
Como hemos visto, los Sardaukar del universo de Dune tienen su origen en las despiadadas condiciones del planeta prisión Salusa Secundus, cuya brutal geografía y clima letal sirvieron como crisol evolutivo para forjar una élite militar sin parangón. Antes del Imperio Corrino, tribus como los Sardau libraban guerras perpetuas por el control de los escasos recursos del planeta: hierro y pasto para el ganado ganja. En este entorno salvaje, los Sardau desarrollaron una cultura de selección extrema y rituales iniciáticos implacables. Desde los seis años, los niños eran entrenados con cuchillos y expuestos a duelos reales.
Los Sardaukar no negocian ni muestran clemencia. No hacen prisioneros si no es por una orden directa
Dos veces al año, los jóvenes eran abandonados en las zonas más inhóspitas del planeta y sobrevivir era el único camino a la adultez. Las mujeres, por su parte, eran seleccionadas por fuerza e inteligencia, iniciando un ciclo de embarazos como parte de su "prueba". Aquellos que sobrevivían a la niñez y la adolescencia se convertían en guerreros hábiles en combate cuerpo a cuerpo, táctica y equitación salvaje, integrándose en una sociedad donde el mérito militar determinaba el estatus social y el a pareja. El resultado fue una tribu, luego nación, que absorbió a pueblos conquistados e instituyó una disciplina que exaltaba la lealtad fanática y el perfeccionismo marcial, culminando en la creación del cuerpo de élite Sardaukar bajo el mando de una familia dominante que instauró la figura del Burseg.
A lo largo de su historia imperial, los Sardaukar fueron empleados como fuerza de choque por los emperadores Corrino, aniquilando rebeliones planetarias con tácticas que combinaban terror psicológico y excelencia militar. Su disciplina se complementaba con un sistema meritocrático llamado "El Círculo", donde incluso los oficiales más jóvenes podían desafiar al mando si demostraban mayor ingenio táctico. El resultado era una fuerza despiadada, cohesionada y flexible, comparable en términos históricos a los janízaros del Imperio Otomanoo Legión Extranjera sa, tropas endurecidas por su expulsión de la sociedad y soldados a través del rigor institucional.

Inspiraciones históricas: cuando la realidad supera a la ficción
Como muchas de las estructuras en Dune, los Sardaukar no nacen de la nada. Frank Herbert tejió su universo con hilos extraídos de la historia humana, en especial de los cuerpos militares más infames y irados. Entre las principales influencias están los espartanos, los Janízaros del Imperio Otomano y la Legión Extranjera sa.
Los espartanos, por ejemplo, son conocidos por criar a sus ciudadanos varones desde temprana edad bajo un estricto código militar. Su agogé, el sistema de entrenamiento, implicaba combates brutales, privaciones y una constante preparación para la guerra. Esta idea de moldear al soldado desde la infancia en una cultura donde la muerte honorable en batalla es lo máximo a lo que se puede aspirar resuena de manera muy clara en los Sardaukar.

Los Janízaros fueron una unidad de élite del Imperio Otomano creada en el siglo XIV, compuesta por niños cristianos de los Balcanes capturados mediante el sistema devşirme, convertidos al islam y adoctrinados para servir exclusivamente al sultán. Al cortar sus lazos familiares y religiosos, se convirtieron en soldados extremadamente leales y disciplinados, símbolos del poder imperial, comparables a los Sardaukar de Dune. Participaron en campañas cruciales como la toma de Constantinopla, pero su creciente poder y decadencia los volvieron un obstáculo para el Estado, hasta que fueron eliminados por el sultán Mahmud II en 1826.
Arrakis es un crisol donde solo sobreviven los más fuertes. Pero los Fremen no solo sobreviven: prosperan
La Legión Extranjera sa, fundada en 1831, también refleja la estructura de los Sardaukar al aceptar soldados de cualquier nacionalidad que, al integrarse, juran lealtad total a Francia. Muchos de sus provienen de contextos difíciles, entornos criminales y encuentran en la Legión una nueva identidad. Su entrenamiento es extremadamente riguroso, con condiciones duras y una disciplina férrea, lo que convierte a sus en soldados altamente eficaces y temidos, presentes en numerosas misiones desde las guerras coloniales hasta operaciones en África y Oriente Medio.
Tanto Janízaros como legionarios comparten elementos clave con los Sardaukar imaginados por Frank Herbert: origen marginal o forzado, entrenamiento despiadado, identidad forjada a través del sufrimiento y una lealtad fanática al poder central. En Dune, Herbert recoge estos modelos históricos para construir una fuerza militar que simboliza tanto la gloria de un imperio como su inevitable corrupción.

Los Fremen: los únicos rivales
Paradójicamente, en Dune, la única fuerza capaz de igualar y eventualmente superar a los Sardaukar son los Fremen de Arrakis. A simple vista, parecen meros nómadas del desierto, pero en realidad son una cultura adaptada hasta el límite a las condiciones más hostiles del universo. El desierto de Arrakis, como Salusa Secundus, es un crisol donde solo sobreviven los más fuertes. Pero los Fremen no solo sobreviven: prosperan.
Lo que los diferencia de los Sardaukar no es solo su dureza física, sino su cohesión comunitaria, su fe religiosa ferviente y su conexión espiritual con el entorno. Donde los Sardaukar sirven por fanatismo al Emperador, los Fremen luchan por una causa propia, un destino profetizado y la libertad de su pueblo. Y esa diferencia, esa autonomía, es lo que los convierte en un enemigo más peligroso que cualquier legión imperial.

Sardaukar, una advertencia con ecos históricos
Frank Herbert no inventó a los Sardaukar por simple gusto narrativo. Los construyó como una advertencia. Son la representación extrema de un poder centralizado, capaz de moldear vidas desde la infancia para crear herramientas de guerra perfectas. Pero también son frágiles, porque dependen de la opresión y el miedo.
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Inspirados en cuerpos históricos reales, los Sardaukar nos recuerdan que, detrás de cada imperio, hay un brazo armado formado con sangre y disciplina que sirve para someter, dominar y controlar. Y como todo imperio que se apoya demasiado en la fuerza, el Emperador Corrino descubre, tarde, que siempre habrá alguien más fuerte, más motivado, más libre… y más letal.
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